Nací predestinada a ayudar a los demás y lo supe desde niña. Mientras otras personas cuentan con sus dotes artísticas o su capacidad para investigar y descubrir puestas al servicio de la Humanidad, yo soy vidente. Creo que incluso la elección de mi nombre, Luz, era una señal del destino que me esperaba, el de ser un eslabón más en una larga saga de videntes, todas comprometidas con el poder del esoterismo para mejorar la vida de las personas.
Unas habilidades ancestrales y un largo proceso de aprendizaje que me han convertido en la tarotista que soy en la actualidad. Si hoy puedo presentarme como Luz Vega “La Adivinadora”, tal y como era conocida ya en mis años de instituto, es porque he superado una intensa travesía interior, profundizando en la esencia de la adivinación y, sobre todo, en cómo transferir toda la positividad de mis poderes para que sea útil.
Pese a ser consciente de mi naturaleza espiritual y de las capacidades adivinatorias que esta me proporcionaba, el camino hasta llegar a aceptar mi don innato no ha sido sencillo. Por mucho que intuyas cuál es el papel que te han asignado las fuerzas del universo, una no se levanta de repente un día y se reconoce como parte de ese grupo de personas tan singular que llamamos videntes o tarotistas.
Afortunadamente, yo contaba con la figura esencial de mi abuela, otra vidente natural. A través de ella pude entender el sentido de lo que me sucedía y perder el miedo a ser tal y como era. Sobre todo, fue ella quien me ayudó a comprender la esencia de la videncia, abriéndome los ojos ante un apasionante mundo invisible para los sentidos físicos, pero tan real y necesario como el objeto más tangible.
El largo e intenso aprendizaje de las tarotistas
Las videntes aparecemos ante el resto de la sociedad como envueltas en un halo de magia y de fortuna, somos vistas como seres privilegiados y alejados de las menudencias del común de los humanos. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Las tarotistas podemos nacer con un don, pero sin un duro aprendizaje de años, no seríamos capaces de saber interpretar esas intuiciones y señales que percibimos de otras dimensiones del universo.
Como ya he dicho, mi abuela fue la primera de una extensa lista de maestras que me permitieron formarme y crecer para ser la reconocida vidente con gabinete que soy ahora. Sin duda, otro punto de inflexión en mi evolución como tarotista vino del encuentro con la vidente Emma Lluna.
A su lado, pude impregnarme y poner en práctica las claves que todo vidente necesita dominar para conectar con los clientes de un gabinete de tarotistas. Por un lado, una elevada empatía. Por otro, la capacidad de transmitir con nitidez y sinceridad las respuestas que nos demandan. Siempre sin perder la cercanía y con delicadeza, poniéndonos en la piel de quien está al otro lado de una línea de tarot online o busca orientación en el tarot del amor para tomar decisiones trascendentales para su futuro.
¿Quién es Luz Vega “La Adivinadora”?
Hasta ahora, te he contado con sinceridad todo el camino que he recorrido hasta llegar a este enriquecedor momento de mi vida personal y profesional. Pero, ¿qué vas a encontrar en mi consulta de vidente que no puedas encontrar en otras tarotistas? Porque, bajo la denominación de videncia y de tarot se aglutinan prácticas muy distintas. Todas tienen en común el mismo objetivo, interpretar y transmitir con la máxima fidelidad las señales cósmicas que se refieren a nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro.
Sin embargo, cada técnica tiene sus peculiaridades y sus propias reglas. Es como los distintos instrumentos de una orquesta, todos sirven para hacer música, pero cada uno alcanza unas tonalidades y emite unos sonidos distintos. La vidente es la intérprete de esa música y debe conocer los secretos de su instrumento para sacarle la máxima potencialidad.
En mi caso, la videncia es mi seña de identidad. Tengo el privilegio de haber nacido con este don y me he formado para utilizarlo con maestría, porque no podía relegar a un segundo plano esta capacidad de la que solo disfrutamos las videntes. Además, he adquirido otras especializaciones adivinatorias tan distintas como la bola de cristal, el péndulo y la escritura automática.
Y, por supuesto, la atracción inicial que desde el primer momento he sentido por las cartas del Tarot, me ha llevado a profundizar en el conocimiento de distintas variantes de barajas y formas de echar las cartas. De todas las opciones que he manejado, es el Tarot de las Hadas en el que más cómoda me encuentro. También, con la baraja española.
Orgullosa de mi singular gabinete de tarotistas
En ese largo proceso de aprendizaje que me ha permitido formarme con las mejores maestras tarotistas y adquirir experiencia, he transitado por todos los formatos de servicios de videncia. Por supuesto, comencé siendo una vidente sin gabinete.
Pero, desde el primer momento, siempre me preocupé de diferenciarme. Quería ser Luz Vega “La adivinadora” certera en sus predicciones, pero también la más cercana y humana. Creo que solo puedo explicar mi crecimiento profesional bajo el foco de esas dos premisas, la de realizar predicciones acertadas y la de proporcionar ese remanso de confianza y seguridad a cada persona que atiendo de manera individualizada en mi tarot online.
Estas mismas razones me llevaron a tomar la decisión de crear mi propio gabinete de videntes, precisamente para asegurarme de que todos los que me necesitasen tuvieran disponible mi gabinete de tarot los 365 días del año y durante las 24 horas del día. Tan rápido y sencillo como llamar al 931 517 842. ¡Te respondemos inmediatamente!
Eso sí, he puesto todo el cuidado del mundo en seleccionar minuciosamente las profesionales que incorporo a mi equipo de tarotistas. Maica, Lluvia y Virginia son una prolongación de mi misma, tengo la misma confianza en sus cualidades como videntes que en las mías propias. Pero, además, poniendo en valor la riqueza que cada una de ellas aporta desde su propia especialidad de tarotismo y videncia.